Me preocupa que mi hijo no hable
Comunicación y Lenguaje
Autor: Lic. Luciana Licastro
Una de las consultas frecuentes al abordar niños pequeños es sobre los problemas del lenguaje. Los problemas, alteraciones y/o trastornos en este punto requieren, en primera medida, de la intervención temprana de profesionales especializados en la atención de niños pequeños a los fines de prevenir la instalación de patrones expresivos disfuncionales. Como también, un abordaje terapéutico que tenga en cuenta todos los aspectos posibles de la comunicación humana.
Existen factores clave para el desarrollo de la comunicación y el lenguaje que tienen características expresivas sonoras, es decir poseen una musicalidad. Las interacciones madre-bebe en esta etapa temprana contienen elementos sonoros como ser: lo rítmico, lo periódico y lo melódico, que devuelve un tono afectivo en cada relación y comunicación. En esta etapa temprana de la comunicación se desarrollan de manera espontánea gestos sonoros expresivos (sonidos, miradas, risas) que conforman una estructura sonora con intención comunicativa. El ritmo, el movimiento y la forma de la conversación madre-bebe cobran un sentido particular y prepara los cimientos de la comunicación verbal. Toda manifestación en este sentido de los bebés son expresiones que poseen un contenido sonoro, es decir, a través de la voz se expresa una entonación y una modulación que nos habla del modo que dialoga cada relación. Una entonación (estado emocional) y una modulación (cuerpo y sentido) que se irán configurando de acuerdo a cómo ese vínculo madre-bebé vayan dialogando afectivamente. Hablamos de la importancia del lenguaje afectivo palpable en el uso de la voz de ese adulto que devuelve un sonido para armar un círculo -nuevo círculo- en la comunicación. Un ejemplo de cómo se construye un círculo en la comunicación es el siguiente: un niño emite un sonido con su voz, ese sonido está expresando comunicación (de hambre, sueño, cansancio, mimos etc.), a su vez la madre devuelve con su propia sonoridad imitando o variando sonoridad, escuchando y respondiendo a la expresión del niño. El niño continuará y abrirá un nuevo círculo realimentando la cadena de la comunicación. La animación y renovación en este sentido de la comunicación es requisito para sostener el intercambio e ir ampliando la gama de variabilidad emotiva (variables del estado anímico), siendo de fundamental importancia para la adquisición de pautas en el área de la comunicación y el lenguaje.
En esta etapa del desarrollo infantil es necesario estar atentos y acompañar la sonoridad de los niños pequeños, dando sentido a cada gesto sonoro que el bebé-niño emite, al mismo tiempo que la propia expresividad del adulto entra en sintonía con la del niño, y entablan un dúo ajustado y adaptado para la comprensión del niño. Sabemos que en esta etapa temprana el niño no percibe el mundo de las palabras si no el mundo de las formas, es decir el modo que fluyen los sonidos de esa palabra pronunciada; la gama de intensidad y densidad del trayecto de ese sonido expresado por el adulto.
Por lo que se configura una vivencia sonora en el plano de la comunicación que se inscribirá de manera placentera para querer repetirla, y en la sucesión de esas vivencias se constituirán nuevas experiencias cada vez más complejas precursoras a la etapa lingüística.
En este sentido, el intercambio sonoro otorga una vivencia entre padre-niño, que fortalece los vínculos y se van configurando modos de relación que luego el niño utilizará para establecer nuevas y posteriores relaciones.
El lenguaje afectivo y vincular prepara la comunicación pre-verbal, es decir previa al lenguaje, representada en gestos, sonidos, miradas, risas. Cuando un bebe realiza una acción que se traduce en intención de comunicar, podemos entonces devolverle una respuesta favorable, lo cual va a favorecer su expresividad, y dará lugar a otras manifestaciones posteriores como la palabra y otras formas de expresión. La ausencia de respuestas reiteradas generara cansancio y falta de motivación para volver a iniciar espontáneamente un círculo en la comunicación.
En niños que poseen problemas en este ámbito de la comunicación temprana posiblemente, la entrada al lenguaje verbal se encuentre demorada debido a la carencia de estructuras sonoras faltantes previas al lenguaje hablado, siendo la causa por factores a evaluar por un profesional dedicado a la clínica en niños.
La entrada al lenguaje verbal marca un pasaje a la segunda infancia y a la llegada de un niño. En niños que han sufrido alteraciones vinculares severas (trastornos severos del desarrollo) se genera un retraso en la constitución y organización de las manifestaciones verbales y no verbales.
El trabajo en Musicoterapia en este contexto especifico, apunta a enlazar estos dos mundos -el no verbal y el verbal-, teniendo en cuenta que ya desde temprana edad la comunicación está en funcionamiento. El Musicoterapeuta está sensiblemente atento a cómo se configura la cualidad sonora de los intercambios. Los niños tienen que sentir el interés y la motivación para desarrollar el lenguaje tanto no verbal como el verbal, por lo tanto toda manifestación en la clínica apunta a desplegar la expresividad; la sonrisa de empalme, miradas tentadoras, sonidos turbulentos, fastidio y /o entusiasmo son requisitos en esta etapa temprana del desarrollo. Para que un niño tenga la necesidad de hablar, tiene que estar encauzado por un fuerte motor de iniciativas tanto en la primera infancia como en la segunda infancia. No solo es importante tener en cuenta que el niño emplea el lenguaje de gestos para comunicarse, para el bebé/niño también son importantes los gestos de sus padres que trasmiten emociones y comunicación. En este aspecto, en el contexto temprano hacemos hincapié en el tono afectivo y la impronta de la voz, tanto en el ámbito familiar como de abordaje terapéutico. En síntesis, es fundamental propiciar un trabajo tendiente a favorecer pilares de la comunicación afectiva como la receptividad/atención mutua/reciprocidad de los intercambios, para que el bebe/niño vaya descubriendo en un proceso continuo los patrones simples de comunicación hacia los patrones más complejos. El musicoterapeuta en este sentido interviene para dar lugar a la búsqueda de organizadores sonoros que den integridad a la experiencia sonora devenida lenguaje verbal, es decir apunta al trabajo de la conformación de estructuras sonoras precursoras a la etapa lingüística.
Bibliografía:
Licastro, L (2007) “Escuchar en sintonía a un niño”Ponencia presentada en las segundas Jornadas de Musicoterapia, Buenos Aires, Hospital General de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez, agosto.
Hoffmann, M. (2006). Los Árboles no crecen tirando de las hojas. Buenos Aires: Del Nuevo Extremo. [Primera edición, 2003].
Stern, D (1990) Diario de un bebe. Que ve, siente y experimenta el niño en sus primeros cuatro años. Buenos Aires. Paidos.